viernes, 30 de octubre de 2020

 




PALABRAS PARA UN DOMINGO



Alégrate de levantarte un domingo, un domingo cualquiera

y tener dos piernas y poder andar.

Alégrate de tener una mujer a tu lado, durmiendo en la cama grande,

una mujer a la que abrazar y que te dé calor en las largas noches de invierno.

Alégrate de oír las risas de tus hijos. Y que te pidan la leche o te pregunten

qué pantalón ponerse.

Y alégrate de tener leche en la nevera y un pantalón para salir de casa.

Vienes de las pesadillas de la noche, de los fantasmas silenciosos

e invisibles, que te observan y vigilan en la gran sala vacía.

Están ahí y no aparecen. Y la sala vacía del cine tiene el proyector encendido.

Y la pantalla en blanco.

Ves las sombras que la cruzan y sabes que los fantasmas no tienen sombras.

Y luego el pasillo cada vez más estrecho, y la puerta de la calle y tú cada vez más cerca

y el pasillo cada vez más estrecho. Y la luz

en la calle. 

Y tú que no llegas, que no puedes llegar. 

Pero abres los ojos. Se acabó la pesadilla. La casa está en silencio. 

Hay luz en el comedor.

Alégrate de tus pesadillas. Sólo los vivos tienen pesadillas.

Alégrate de tener una mujer a la que contarle tus pesadillas.

Alégrate de tener unos hijos que te contarán sus pesadillas.

Alégrate de tener una lavadora que poner y unos platos que fregar.

Porque es domingo, un simple domingo, y tienes toda la mañana por delante.

Porque es domingo, un simple domingo, y estás vivo 

y has salido de tu pesadilla.







EL ÚLTIMO ASEDIO (POEMA PROVISIONAL)



Cuando cunda el pánico,

cuando el enemigo ya esté dentro,

avanzando por las calles oscuras

mientras al fondo, junto a la muralla,

ya se ven las primeras llamas

del incendio que devorará la ciudad entera,

cuando estemos solos,

solos ante nuestra muerte,

y los gritos horribles de otros hombres y otras mujeres

no sean más que el preludio seco de nuestro silencio,

cuando la muralla caiga,

cuando los campanarios y las cúpulas de las iglesias caigan, 

cuando los escudos de piedra y las estatuas caigan,

cuando los cuerpos caigan,

cuando todo esté en tierra

y toda la tierra sea ceniza y huesos,

recordaremos el sabor de nuestros primeros besos,

de los besos antiguos y casi olvidados,

de los besos que abrían montañas y cerraban heridas,

de los besos que ya no recordábamos a qué sabían,

y moriremos con el recobrado sabor de los besos de antes,

y ese sabor será tan fuerte que perdurará en la tierra,

que perdurará en el aire,

y será extrañamente percibido por los arqueólogos futuros,

los que descubrirán nuestra tumba por error

y no sabrán nada de nosotros.







La noche no es para mí

(Video)



La cantante está enferma.

Pero el tren saldrá a su hora.

La cantante ya no canta, me han dicho.

Pero en el video se le ve tan joven,

que parece mentira que el tiempo…

El video de Video, por cierto, en su momento

no pensaba en estas cosas.

No pensaba en Coppini ni en su Hansel y Gretel.

no pensaba en Janis ni en las mentiras que tendré que contar 

a mis hijos.

Medicinas para el corazón, sí, todos morimos con demasiadas

medicinas en el corazón.


(Esperando la noche/

como el que espera/ su final)


Video. ¿Qué sabía yo de este grupo,

de las discotecas de la costa, de los pubs por cuyas puertas

yo pasaba sin sospechar nada,

sin ver nada, 

sin entender qué hacía esa gente ahí, amontonada en la acera

gritando, tirando botellas vacías, pegándose,

besándose…


Pero el tren va a salir.

A su hora.

Como siempre.

Y yo me montaré y seré otra persona.

Otra máscara. Otra mentira.

Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.

La noche, sí, esa noche, también fue para mí.

Y pasó por mi ventana mientras yo miraba la sangre

de mis manos.

La herida 

de esa pistola que alguien había dejado en mi mesa

cargada y dispuesta

para que pudiera evitar la tentación.






Everybody hurts, REM




Todavía estábamos en Losing my religion

Pero ya sabíamos que Everybody hurts.

Olas contra los pórticos

del paseo que sube desde la estación.

Tu cuello frío y mi mirada muda.

Tu cuello mudo y mi mirada fría.

Todavía ni habíamos llegado al concierto

y ya estaban tocando la canción del entierro.

Será hermosa música que nunca podremos escuchar.

La canción que nos cantaban las brujas niñeras en la cuna

y que luego perdimos y siempre buscamos.

Será hermosa música sobre tu cuello fino y mi mano torpe.


Olas furiosas en la larga avenida

cuerpos que caminan hacia la última canción

y doblamos la esquina para ver qué la plaza está vacía

y en el suelo alguien nos ha dejado una flecha que nadie ve

porque está pintada con un color que solo tú y yo podemos ver.

Olas furiosas en la larga avenida

cuerpos que caminan hacia la última canción

y doblamos la esquina para ver qué la plaza está vacía

y en el suelo alguien nos ha dejado una flecha que nadie ve

porque está pintada con un color que solo tú y yo podemos ver.



No habíamos llegado aún a Everybody hurts

aunque ya sabíamos que si algo te quema 

es que aún estás vivo.

Sí, mi amor, mi amor bastardo, mi amor enfermo,

mi amor parásito, mi amor mohoso, mi amor descompuesto, mi

amor inyectado en vena, ¿pero no decían que esto subía despacio?, 

mi amor carcomido

con gusanos poetas y ratas licenciadas, sí, mi amor muerto,

mi amor abortado, sí, te escucho, claro que te escucho,

y canto, canto contigo, en la noche honda, en la plaza sucia,

sin pisar los vasos rotos, volando por encima de escaleras mecánicas

que nunca uso nadie jamás.


Olas furiosas en la larga avenida

cuerpos que caminan hacia la última canción

y doblamos la esquina para ver qué la plaza está vacía

y en el suelo alguien nos ha dejado una flecha que nadie ve

porque está pintada con un color que solo tú y yo podemos ver

que solo tú y yo podemos ver

que solo tú y yo podemos ver

que solo

que solo

que nadie nadie nadie nadie nadie nadie 

nadie que no tenga tus ojos que comen

tus ojos que se comen a mis ojos

nadie que no haya sido comido por tus ojos

nadie puede ver.

Nadie puede ver.


No habíamos llegado a Everybody hurts 

y no nos podíamos herir más.

Sin armas ni gritos 

sin manos ni palabras

Y todo el daño estaba hecho.

Y no podía existir mayor dolor en el mundo.


Olas ruidosas en la calle empinada

que subía de la estación.

El tren en la vía, esperando su momento

El beso en la pistola, esperando el regreso de la lluvia

esa lluvia que borraría la flecha, 

que nos dejaría atados al futuro en un barco a la deriva

atados frente a la catarata que ya ruge,

aunque la lluvia nos la tape con su mortaja.


Aún estábamos en Losing my religión

y ya sabíamos que la bala que nos esperaba

era tan vulgar como cualquier bala

y que eso era lo más insoportable de todo.


Olas furiosas en la larga avenida

cuerpos que caminan hacia la última canción.









Out of time/out of place

(Palabras para un lunes)





Desde la mañana a la noche

peleando con tu pasado.

Desde la noche a la mañana,

hundido en el lodo de pesadillas sucias

que mancharán tus manos cuando,

al despertar, quieras salir de la cama

para ver qué tus hijos duermen

para ver que tienes hijos y tienes casa

para ver que tienes cuerpo y un espejo

que no te desprecia tanto como te desprecia tu memoria.

Alfonso, Alfonso. Así no vas a durar mucho y lo sabes.

Alfonso Vila Francés, ¡mírame bien! A ti te digo… 

Con un poema más no vas a engañar a nadie.

¿En serio te creíste ese cuento que te contó Eliseo Subiela?

Nada dura menos que un fuego sin pastor que lo cuide.

Y tus ramas están muy mojadas por la lluvia.


El pastor sabe qué madera es la buena para cada noche.

El pastor sabe que al final hay brasas que incendian un pajar.



 Desde la mañana a la noche

peleando con tu pasado.

Desde la noche a la mañana,

hundido en el lodo de pesadillas sucias

que mancharán tus manos cuando,

al despertar, quieras salir de la cama

para ver qué tu mujer duerme,

que no ha escapado por la ventana,

en mitad de la noche,

que no ha dejado la nota

que llevas muchos años esperando.

Si no mereces amor, ¿porqué diste tanto amor?

Si diste tanto amor, ¿cómo no dejaste un poco para ti?


Alfonso, Alfonso.

Así no vas a durar mucho.

Y no le pidas a los Rollings más canciones para tu insomnio.

Ni a Neil Young, ni a Van Morrison, ni a ninguno de todos

los que quieren hacer otra casa nueva 

sin demoler primero la vieja.


¿Te tengo que recordar que Morrissey ya te lo dijo?

Pero tú sigues con tu música y tus fotos y tus poemas y tus cuentos

y… ¿libros? ¿libros de qué? ¿libros para quién?


Es tarde y aún no puedes dormir.

Y dormir luego será volver a las pesadillas,

al miedo de esa semana que tendrá que llegar y quedarse y luego

apagarse muy muy muy muy lentamente.

Aunque hay brasas… sí, ya sabes. 

En cualquier momento empezará el incendio,

y tú tendrás que decidir

que vas a salvar, qué vas a rescatar de las llamas por esta vez.

Y no es que quiera ser molesto, Alfonso, de verdad que no quiero.

Pero yo estoy aquí para eso.

Para ayudarte a que decidas qué vas a salvar,

y para recordarte que lo que salves de un incendio

se quemará en el siguiente.






LA ENFERMEDAD DE LA PRADERA


Es tan terrible ser un punto en el espacio
Entre la tierra vacía y el cielo vacío
Entre los huesos del suelo y los huesos del aire
Junto a los lobos y el árbol del ahorcado.


Es tan terrible ser un grano de arena
una brizna de hierba
una pluma perdida
que flota sobre el fuego
de la única hoguera del mundo.


El aire caliente asciende,
los cuerpos muertos se pudren,
pero la mujer perdida en la noche ¿dónde irá?
Hay un punto de luz en la noche:
la única hoguera del mundo.
Y tú estás lejos. Y el viento
aúlla. Y los lobos levantan la tierra fría
con sus pezuñas veloces.
Y el aire...

La enfermedad de la pradera la llamaron.
Los que llegaron aquí vieron como sus piernas se secaban como madera.
Los que vinieron aquí se convirtieron en raíces muertas.
Y entonces comprendieron que habían confundido el horizonte,
comprendieron que no estaban en el lado correcto.
El aire era tan pesado
que la tierra ligera se dio la vuelta
y se subió en él.





POEMA INICIAL



Que todos piensen que has muerto
y que nadie te eche de menos.
Métete en tu habitación. 
Dedícate a tus fotitos, a tus poemitas, a tus novelitas.
No tienes talento, solo ambición.
No tienes disciplina. Eres cobarde.
Pero tú sigue soñando con el éxito, 
Con un milagro que nunca llegará
porque tú no crees en milagros.
Pese a todo, no dejes tus poemitas, 
ni tus novelitas, ni tus fotitos. 
Nunca llegarás a nada.
Bueno, ¿y qué importa?
El mundo es estúpido, violento, absurdo.
Tú no lo has a hacer peor.





PALABRAS PARA UN MIÉRCOLES
(POEMA PRIVADO)



He sido muy duro contigo, mamá.
Te acusé en silencio (sin palabras, esquivando tu mirada) 
de no comprenderme.
No entendía que tú no podías comprenderme.
Y ahora, en esta cama de hospital, en esta noche
sin tiempo y sin luz, una breve
mirada tuya,
busca la mía, y por un segundo la mentira
que nos salva del mundo,
desaparece de pronto
(muro que cae sin dejar huella)
y el aire frío de la muerte
entra y sale libremente
sin tocarte y sin tocarme, pero helándonos
y juntándonos en esta larga noche 
sin tiempo y sin luz.
Y sí, mamá, hay muchas cosas
que podría reprocharte.
Cosas que te reproché durante años,
ciegamente, sordamente-
Y ya da igual, da totalmente igual.
Nada importa ya.
No he sido un buen hijo, eso es cierto.
No he hecho lo que debía hacer.
Lo que tú esperabas que hiciera.
He intentado subir a la montaña 
sin querer usar ninguno de los senderos que tú me señalabas.
¡Eras tan exigente!
¡Eras tan insistente!
Y yo no quería llegar a ningún sitio.
No quería ir donde debía ir.
¿Me da derecho eso a juzgarte a ti?
Tú has hecho lo que has podido.
Yo no he hecho todo lo que podía.
Eso es todo.
O no. O hay más…
Hay mucho más.
Hay preguntas que no saldrán de mi boca.
Hay respuestas que tú nunca dirías.
Hay un río insalvable, un inmenso
espacio de tiempo y lucha,
de sacrificio y sacrificio y sacrificio
para llegar a tener todo eso que tontamente 
(por tenerlo regalado) yo despreciaba.
Ahora tal vez es tarde.
Pero no para la mirada final.
La mirada sin palabras pero sin reproche.
La mirada sin perdón pero sin culpa.
La mirada que nos iguala y nos reconcilia.
La mirada que nos encierra en un pedazo de hielo
al fondo del glaciar de la muerte.
La mirada que nos aplasta contra el lodo
al fondo del barranco de la vida.