jueves, 29 de octubre de 2015




POSTALES



Ramón me escribe desde un alberge de Viena.
Siente predilección por las vistas nocturnas.
Echo de menos el ambiente de Budapest
–me cuenta–. Ha llovido todo el día
y no hemos podido visitar nada. Sigo borracho.
Esta vez me invitan mis compañeros de habitación.
Son italianos y escuchan una música horrible,
menos mal que bajita.

La postal termina por falta de espacio;
y siento deseos de releer las restantes.
La de Venecia, por ejemplo, en la que me agradece
que le dejara mi Walkman
cuando nos despedimos en Estambul.
(Fue una intuición de última hora,
pensé que a él le haría más falta y se lo di
sin remordimientos,
la solidaridad entre viajeros es algo
que no debe perderse nunca, por muchos sacrificios
que imponga.
Después me alegró leer que le salvó la vida
en más de una ocasión;
y supe que no mentía.)
O esa otra que me llegó tarde,
escrita en el tren con letra agitada,
tan concisa, tan espontánea, tan viajera
(fue comprada en Sofía, pero enviada
desde Budapest), que reza:
Estamos cruzando Hungría rodeados de húngaros
que han ido de compras al extranjero.
No paran de beber cerveza
y se han comprado unas cincuenta cintas porno.

(Estos húngaros…)

Una postal conduce a otras.
Ojeando en mi cajón encuentro más y más postales:
las pocas aunque valiosas –las hace ella misma–
de Annika, las siempre inesperadas de Cova,
las incontables y encantadoramente confusas
de Thierry, etcétera.
Me quedo con las de viajes,
las que fueron escritas con la agilidad y la sencillez
del que tiene una mochila como única pertenencia,
sin sospechas que años más tarde
servirían para componer
esas pequeñas fotos en blanco y negro,
esos breves estallidos de realidad
que son los poemas.



(Poema perteneciente al libro "A golpe de palabras". Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán 2001)


lunes, 14 de septiembre de 2015
















EL TRAIDOR

                                                                                 
Me pidió que participara en un recital.
Nunca volvió a llamarme.
Dijo que produciría mi disco.
Jamás pisé su estudio.
Rechazó mi primera novela por demasiado provocativa.
Rechazó mi segunda novela por demasiado conservadora.
Hizo campaña política y consiguió
con mi voto un puesto en el departamento de cultura.
Prometió ayudar a los actores jóvenes
y cerró el único teatro que quedaba en la ciudad.
Compré todos sus libros buscando
el secreto de su éxito.
Ayer me contaron que lo iban a ascender.
No me sorprende.
Los artistas somos gente obstinada.
Nadie mejor que él
para abrirnos los ojos.



VELAS


Ray Heredia murió de sobredosis.
Kurt Cobain se pegó un tiro.
Adrian Borland se arrojó a las vías.
Pienso que todos somos velas.
Velas consumiéndose lentamente.
Velas tratando vanamente de iluminar
una caverna inmensa y desolada.
Cuando la llama se extinga
quedará un rastro casi imperceptible,
unas gotas de cera, un puñado de ceniza,
una minúscula mancha
en el alto techo.


(dos poemas del libro "Tiempo muerto", ed. Groenlandia, en prensa)

(foto del autor)