COMO TÚ
(CON PERMISO DE LÉON FELIPE)
Creo en la corrupción del sistema.
Creo en la maldad, la mezquindad y la estupidez.
Creo en los privilegios injustos y arbitrarios.
Creo que la sinceridad y la decencia solo son
una bonita máscara en la fiesta de disfraces
de nuestro jefe (esa fiesta a la que vamos todos obligados
aunque una vez allí criticamos y cotilleamos con placer).
Creo que las malas acciones tendrán su castigo…
menos las mías…
Creo que yo merezco más que los demás
(aunque haga menos que los demás).
Creo en la hipocresía, la avaricia y el orgullo
infantil y estúpido.
Por supuesto que digo siempre lo contrario.
Protesto contra la injusticia cuando no me favorece,
cuando soy yo el beneficiado
callo la boca y disimulo, como tú,
querido lector, como tú.
DICEN
Dicen que Pier Paolo iba buscando pelea.
Dicen que Francesca se miró una tarde
en el espejo del visor
y no se reconoció.
Dicen que Adrian bajó despacio
las escaleras de esa estación de Metro
de una ciudad oscura
donde su música brillo.
Dicen, dicen, la gente no habla
pero se cuentan cosas.
Algunos miran y no ven
Otros no quieren mirar y ven…
Al final, unos por otros, nadie dice nada.
Pero hablan, luego, después,
cuando no hay nada que hablar.
Yo no sé, no lo puedo saber. Ni quiero
saberlo.
Hay una ventana, hay una navaja, hay un andén,
lo sé, no sé dónde, no sé cuándo, pero están ahí,
esperando…
MALDICIÓN POR ACCIDENTE
Vinieron días tranquilos.
No hacía frío ni calor.
Podías ir desnudo o vestido.
dormir tapado o destapado,
hablar o callar,
Trabajar o no hacer nada,
estar despierto o andar sonámbulo.
Estos días acabaron de pronto.
Me puse a escribir y no tuve cuidado.
Las palabras se disolvieron en el aire.
REDACCIÓN ESCOLAR
Yo moriré una madrugada
en una inmensa sala de hospital,
rodeado de otros cuerpos vivos o muertos,
rodeados de cuerpos que morirán una madrugada,
o que esperaran a que yo muera para
morir conmigo una madrugada.
Yo moriré un atardecer
en una vieja cama de madera
mientras oigo las risas de los niños
que juegan en los campos, que meten
los pies en el agua que corre
por las acequias, que hacen barcos
para las hormigas con hojas
de naranjos,
Yo moriré un mediodía
en mitad de una calle ruidosa
entre un semáforo y una papelera
de camino al banco o al mercado,
de vuelta del trabajo o del taller
donde dejé mi coche y unas piernas
que no andan bien, una memoria
que parpadea, un corazón
que tarda en calentarse.
Yo moriré…
Punto final.
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