TIEMPO
Cada día cuando vuelvo del trabajo
han pasado diez años.
Cuando te beso soy un niño perdido.
Cuando te abrazo viajo
por los repliegues del tiempo.
Desde un tiempo sin pasado.
Hacia un tiempo sin futuro.
Cada tarde cuando regreso a casa
he perdido una vida.
NUEVAS OBSERVACIONES AL MILAGRO DE LA VIDA
Hablo porque tengo boca.
Porque tengo manos toco.
Porque tengo labios beso.
Y todo lo que toco,
y todo lo que nombro,
y todo lo que beso,
no existiría,
no tendría cuerpo, sabor, forma
si yo no tuviera
manos, labios, ojos.
Eso es la vida…
Palpar lo que sólo existe
porque existimos nosotros.
Saborear lo que sólo tiene sabor
cuando lo saboreamos nosotros.
Nombrar lo que sólo toma cuerpo
si lo nombramos nosotros
con nuestras manos,
con nuestros labios,
con nuestros ojos.
UN COLLAR DE BESOS
En esta hora de la tarde
en que esplende tu risa
como bandera ondeando al viento,
en que reluce tu figura
como alta palmera olvidada
en la gárgola del tiempo,
en esta hora de la tarde,
cuando ya no nos ata la vida
ni las caricias feroces y ciertas
con que suelen acuchillarse los amantes,
en esta hora de la tarde,
en que tú te peinas en silencio,
de espaldas a mí, a mi sombra,
y canturreas feliz y distraídamente,
en esta hora atroz, en este instante
exacto, te digo, oh amor
(en voz baja),
nada podrá redimirme nunca
(sin que me oigas)
del dolor de ser sólo un hombre
(tragándome mis palabras)
con las manos llenas de escarcha,
(mordiéndome de rabia la lengua)
con los ojos ciegos de luna
(mordiéndome de rabia la vida)
y apenas
(despedazando la vida…)
un pobre collar de besos
(…a bocados)
en los labios.
FE
Cuando llorar es lo más humano que se puede hacer.
Cuando ni las miradas bastan para expresar
el dolor que rezuma por la piel.
Cuando las palabras parece que no sirven para nada.
Cuando el vecino no es un desconocido
sino un hermano herido al que hay que socorrer.
Cuando las manos no pueden detener la sangre
y queremos gritar
y el llanto es lo único que nos sale.
Cuando llorar es lo más humano que se puede hacer…
Entonces es cuando hay que levantarse.
Alzar las manos. Vivir. Tener fe.
Fe en el hombre. Fe en la palabra.
Cuando más acosado está el amor…
DIOS DE LAS PEQUEÑAS COSAS
No abras el grifo en mitad de la noche,
dios de lo cotidiano, te tengo miedo,
hasta en eso.
No enciendas la luz
en mitad de mi sueño, dios de lo mínimo
dios de los pequeños milagros.
Si pretendes decirme algo, no te entiendo.
Aunque seas inofensivo, me asustas.
Me confundes
con tus gestos simples.
Dios de lo trivial, dios de lo mísero,
deja ya de corretear
como un niño por la buhardilla.
Tus pasos me inquietan, me espanta tu juego.
Dios de las pequeñas cosas, déjame en paz.
Con mis miedos ya tengo bastante.
AMIGOS PERDIDOS
A Philippe se lo tragó la tierra
una húmeda mañana de finales de agosto
de mil novecientos noventa y tantos.
No recuerdo bien la fecha. Y el detalle sería
insignificante, si no fuera por los muchos amigos
que le precedieron en el viaje.
También a mí se me tragó la tierra.
(No dispongo de muchos datos,
debió suceder de un modo imperceptible.)
Y cuando me encuentren, suponiendo que esto ocurra,
no sé si sabrán reconocerme.
Si me abrazarán entonces, o tras unas breves palabras,
se separarán de mí, sacudidos
por un súbito temor, el temor que sentiría yo,
si un día por casualidad
me tropezara con ellos.
PANTEÓN
Hoy he venido a veros a todos.
Lorca, olvida tu vergüenza y tu rabia
y sal de tu rincón.
Hoy he venido a traerte mi ofrenda.
Machado, Neruda, Brines, Goytisolo, Prado,
querido Blas de Otero…
Tanto da si estáis en este mundo o en el otro:
Hoy os necesito a todos.
El tedio de la existencia
me aleja de vuestra luz
y navego a oscuras, sin rumbo
y sin tiempo.
Pero vosotros sois
como un árbol robusto
en mitad de un páramo nevado.
Vosotros indicáis el camino.
Sin vosotros
blasfemo y reniego
de todo cuanto hay de hermoso en este mundo.
Por eso hoy he venido a veros.
Os pido que aceptéis estos versos.
Mi humilde admiración. Mis tristes excusas.
Os suplico
que perdonéis mi retraso.
Y os prometo que de ahora en adelante
vendré a visitaros más a menudo.
APROXIMACIÓN A LA TEORÍA DEL DESARME
Tú, yo.
Tú contra mí.
Yo contra ti.
Tú, yo.
Yo contra mí
Tú contra ti.
Tú, yo.
Los dos contra todo.
Todo contra los dos.
Tú, yo.
Todo, nada: nosotros.
EL INTRUSO
Yo no sentí tanto dolor inútil.
Yo no encontré placer en el sufrimiento,
oscura flor que crece en la herida desbocada
y cuyos pétalos brillan como cristales asesinos.
Yo no me relamí en soledad.
Yo no fui aquel adolescente duro, con la garganta
quemada por las palabras que no pude decir.
Reniego. Reniego de todo aquello.
Hay tantos momentos terribles…
Tantas noches de oprobio y frustración…
Cumplí integra mi condena.
Es hora de abrir la celda
y dejar entrar la luz.
Pero no puedo.
El pasado vela el futuro.
El que no quiero ser
aún habita en mí.
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