ACTO
DE CLAUSURA
MANERAS
DE VIVIR Y MANERAS DE MORIR
Las intenciones no bastan.
Y los buenos deseos tampoco.
Empieza por ser sincero,
sincero como sólo pueden
serlo
los hombres heridos de
muerte,
los hombres reventados por la
metralla
que llaman a su madre en
mitad de las trincheras.
Si el obús cayera ahora
Qué querrías dejar, por qué
querrías ser recordado.
Empieza por ser sincero.
Y después hablaremos…
Hablaremos de los trabajos
que dejaste.
Hablaremos de las mujeres a
las que no quisiste amar.
Y de las mujeres que
despreciaste
porque te ofrecían algo más
limpio y peligroso que el amor:
su cuerpo, su cuerpo como un
mapa vacío
que tú podrías llenar a tu
antojo,
su cuerpo arrebatado al mar,
que tú tendrías que devolver
al mar algún día.
Esa era tu misión y renegaste
de ella.
¿Por qué? ¿Por piedad? ¿Por
orgullo?
Explícamelo. Y, lo más
importante, explícatelo a ti.
Respóndete de una vez por
todas…
¿Acaso no es el destino de
todos llegar al mar?
¿Entonces, qué te detuvo?
“Mejor pronto y de golpe”,
decías, pero eran palabras negras,
palabras para el fuego, heno
y estiércol de la poesía.
Así que… empieza por
reconocer la verdad,
y entonces hablaremos.
Hablaremos de los amigos que
perdiste.
Hablaremos de los libros que
no quisiste leer.
(Y de los que leíste, pero
como quien se pone guantes
para dar la mano, temiendo
que sus palabras vivas
pudieran arrancarte de tu
sueño.)
Hablaremos del tiempo que
malgastaste y del dolor
que quisiste acomodar en tu
cuerpo
como se acomoda un huésped de
lujo
en un hotel barato.
(Y cuando luego se fue sin
pagar, como un fugitivo,
tú aún saliste en su defensa,
y lamentaste no haber podido
despedirle
como se merecía…)
¿Qué tenía, dime, qué tenía
el dolor que no tenía
el placer? ¿Por qué te era
tan querido?, ¿por qué
siempre estabas dispuesto
a dejarte llevar de su mano,
aunque esa mano te condujera siempre
a una ciénaga de rencor y dudas?
“Un rencor dulce”, pensabas,
dulce como el beso del verdugo.
Pero te equivocabas.
Y lo que es peor: lo sabías.
Así que empieza ya. Empieza a
soltarlo todo.
Sé sincero como sólo saben
serlo los hombres
que oyen silbar la bala y no
intentan esconderse,
que mueren gritando el nombre
de la madre,
y ya no temen ni al ridículo ni al error.
Sé sincero. La guerra ha
empezado ya.
El cañón se acerca.
PRIME
TIME
(POEMA
FINAL)
Vamos a ver.
Sois la flor y nata de la
desidia.
Sois hijos de la
contradicción y la propaganda.
Os han educado con filosofías
de 30 segundos
y os han alimentado con
incunables ilícitos
y dóciles clásicos de
ochocientas páginas.
¿Qué vais a encontrar en esta
vida
sino amargura y frustración?
Ahora venís a visitarme a mi
celda
a exponerme vuestro plan de
fuga
Y os enojáis porque yo no
trato de deteneros.
¿Por qué habría de hacerlo?
¿Quién soy yo
para quitaros la ilusión de
la lucha?
Huid si queréis.
Levantaos y quitaos los
sambenitos…
Sois libres.
Nadie va a cerraros el paso
más que vosotros mismos…
El mundo exterior es lóbrego
y frío.
Una vez allí todos seréis iguales.
así que no temáis por vuestro
pasado.
Empezad otra vida.
No dudéis en cambiar vuestro
aspecto.
Convertiros en carpinteros o
marqueses.
Escribid informes, haced
crucigramas.
Incluso podéis permitiros el
lujo
de jugar de tanto en tanto a
la poesía.
(Os confieso que yo, algunas
veces, aún me levanto de la cama
y camino por las calles como
un zombi.)
Pero hacedlo siempre en la
intimidad.
Los vicios dejan de ser
placenteros
cuando se ejercen en público.
¿Qué más queréis que os diga?
Sólo os puedo dar un consejo.
Pase lo que pase, y por muy
ingrata
que os parezca, nunca
desdeñéis tarea alguna.
Morir es más desagradable
y habrá que hacerlo algún
día.
EJERCICIO
PRÁCTICO
Hijo mío, desconfía de todos
y de todo.
Desconfía de los que dicen:
“Eso no pasará”.
(Son unos gafes).
Desconfía de los que dicen:
“Lo pasarás bien”.
(Son unos aguafiestas).
Desconfía también de los
pesimistas.
Los pequeños milagros de la
vida –los hay–
acontecen delante de sus
narices
sin que sean capaces de
reconocerlos.
Hijo mío –resumiendo–
desconfía de todos
Y de todo. Desconfía
de los que dicen que no les
importas.
(Les importas: aunque sea
para hacerte daño).
De los que dicen que quieren
ayudarte.
(En el fondo lo único que les
interesa
es mantener su reputación.)
Sé que es difícil. Pero es la
única manera
de seguir a flote.
Verás, hagamos un ejercicio
práctico.
Empieza por desconfiar de
este poema.
REPROCHE
CARIÑOSO
Jim Morrison se fue a los 27.
Ian Curtis a los 23.
Masaccio también, cosas
de la vida, se largó a los
27.
Rafael aguantó un poco más.
Pero seguro que a él le
pareció poco.
Y tú, impostor, ¿tú aún andas
por ahí diciendo
que te faltó tiempo?
PROBLEMAS
DOMÉSTICOS
La palabra esperanza se me ha rebelado.
Dice que está harta de la
palabra paz.
“Son muchos años conviviendo
juntas”, se queja.
“Ya no me da ningún morbo
verla desnuda”.
La palabra alegría también está dando problemas.
Sus compañeras de piso, frustración y rencor,
me llaman al despacho
para ver si yo puedo hacer
algo.
–Paciencia –les digo. Son
cosas de la edad.
–¡Pero es que está
insoportable! –me responden ellas.
Se pone a bailar a las tres
de la mañana.
Nos despierta a gritos. Ni
nos deja leer tranquilas el periódico.
Y encima –me cuentan– encima
está empeñada
en salir por televisión…
Pero la peor de todas es la
palabra talento.
La mimé demasiado de pequeña.
¡Era tan graciosa!
Y ahora se me ha subido a la
chepa
y reclama su espacio vital.
LOS
BUENOS Y LOS MALOS
Ha muerto Miguel Delibes.
Lo han dicho en el
telediario.
Luego han sacado unas
imágenes de archivo.
Los buenos escritores sólo
salen en la tele
cuando se mueren.
¿Los malos? Los malos están
hasta en la sopa.
CONCIERTO
EN LA TARDE
Muchas veces pienso en ti,
Edmund Hillary,
en tu duelo cruel con la
montaña. Creíste que la vencías
y te solazaste en tu éxito.
Pero la montaña callaba.
La montaña era quien jugaba
contigo.
Quien te dejaba ganar un
botín miserable,
para luego arrebatarte todas
tus riquezas.
¿Quién escuchó tu dolor
entonces? ¿Qué palabras
pudieron llegar a tu boca
para nombrar lo innombrable?
Solo está el hombre y no lo
sabe. Y cuando lo aprende
no encuentra ninguna
enseñanza en lo aprendido.
¡Qué culpable te debiste
sentir entonces! Y sí,
tu ambición no era justa,
pero era el camino necesario.
El camino que un hombre debe
recorrer por su propio pie
para poder llamarse de ese
modo.
Por eso pienso en ti muchas
veces. Y también en ti,
Mary Shelly, de la herida del
parto a la herida de la muerte,
pasando por la herida del amor
y la herida de la fama.
Tú vida tuvo un sentido.
Creaste un ser infame,
es cierto, un ser que creció
y creció
y fue devorando tu vida, como
un castillo
que es demolido por partes,
ahora un torreón,
ahora las salas nobles,
después un simple cobertizo…
Muros y muros, hasta los que
creías más sólidos,
cayendo como paja seca. Y tú
contemplándolo todo,
sin ni siquiera poderte
resguardar
bajo el manto cálido de la
locura.
Nadie puede decir que sus
lágrimas son más ciertas
que las tuyas. En tus
lágrimas se juntaban las lágrimas
de todas las madres y de
todos los verdugos.
Yo no te puedo decir nada.
Nada que no hayas oído ya mil
veces.
(Perdóname pues si te lo digo
una vez más…)
Tu vida fue vivida
rectamente.
Es trabajo del timonel
gobernar el barco,
aunque la tempestad lo lleve
al arrecife.
Yo, en cambio, qué consuelo
tengo.
Vosotros estáis ahí, entre la
gente, veis a los músicos,
os moja la lluvia.
Yo contemplo la escena desde
mi cuarto.
Escucho vuestros gritos y
vuestras risas.
Pero nunca bajo al jardín
cuando me llaman.
No lo hago ya por miedo sino
por costumbre.
Por esa antigua costumbre que
me impulsa
a dejar el bolígrafo y
levantarme
y cerrar la ventana con
rudeza
al primer compás.
MÁRTIRES
Y PECADORES
En este páramo perdido
donde expío mis culpas
Sólo encuentro consuelo
en mis libros piadosos.
Ellos me dan mucho,
y me quitan más.
A Blas de Otero le cambio
angustia por sosiego.
A Gil de Biedma
rabia por templanza.
Así con ellos
–y con la ayuda de muchos
otros–,
voy quedándome limpio, puro,
vacío de todo mal.
Mientras ellos, mártires
devotos,
me lo agradecen
sonriendo castamente
al tiempo que caminan a pasos
lentos,
–pero firmes–
hacia la hoguera final.
A
CASA
Esta fiesta de disfraces
no pasa por su mejor momento.
La orquesta
empieza a repetirse.
Y todos los escondites
están demasiado concurridos.
El anfitrión debería tomar
buena nota de estas cosas...
No sé porqué se empeña
en prolongar la fiesta.
Y todos conocemos
cómo se las gasta cuando se
enoja.
Así que bailamos, reímos,
hablamos…
Y, si la situación lo
requiere
y el público espera,
nos quitamos un instante la
máscara,
fingiendo sorpresa, alegría o
temor.
En el fondo todos estamos
igual de hartos
y tenemos unas ganas locas de
marcharnos a casa,
de regresar a nuestra cálida
fosa
y respirar tranquilos.
COMO
UN BUEN CLIENTE
Algunos momentos me posee
una paz extraña. No es la paz
que precede a la tormenta,
ese
instante hermoso del mundo en
suspenso.
Ni tampoco la paz de la
derrota:
larga, copiosa, deseada.
Es una paz confusa, mulata,
bastarda.
Una paz, sin embargo, cuya
visita,
en la soledad de mis libros y
mi mesa,
siempre encuentro muy grata.
Como los buenos clientes,
pregunta siempre antes de
entrar
y deja una buena propina
al despedirse.
ALGUNAS
RAZONES PARA ODIAR LA POESIA Y A LOS POETAS
Cuando un poeta escribe un
poema de amor
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un
poema sobre la amistad
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un
poema sobre una puesta de sol
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un
poema sobre la tristeza
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un
poema sobre el dolor
habla de amor.
Hasta cuando un poeta escribe
una poema sobre la muerte
entonces también habla de
amor,
de amor a uno mismo.
CONVERSACIÓN
ÍNTIMA CON J. R. J.
Mírame Juan.
Mírame y dime:
¿Merecía la pena todo eso?
¿Merecía la pena que Marga
Gil
se pegara un tiro por ti?
¿Merecía la pena las
discusiones baldías
con el Conde de San Esteban?
¿Merecía la pena casi volver
loca a tu mujer,
a la que tú decías que
adorabas
con todas esas torturas en
nombre del dios Silencio
y su lacayo Inspiración?
¿Y todo para qué?
¿Para escribir versos como Qué ruido
tan
triste hacen dos cuerpos al amarse?
Eso ya lo sabe bien cualquier
puta
y cualquier chapero…
No me vengas con cuentos…
No te excuses con que la
culpa es de ellas, no tuya.
Tú les pones el poema en la
mesa.
Cómo se administren la dosis
es cosa suya.
A
SECAS
Te despiertas limpio de
recuerdos
y miras sin emoción
los últimos penachos de humo
que se elevan desde el suelo.
La tierra está calcinada
pero la torre ha resistido.
Habrá que poner más ahínco
en demolerla. Pero no hoy
ni mañana. Existir
sin lucha ni derrota.
Es extraño, pero a veces
es suficiente.
DESVÁN
Guardo muchas revistas porno
pero nunca las leo.
Las guardo como guardo la
cápsula de cianuro
o la foto de mi niñez.
Cosas que me acompañen en el
viaje,
que me recuerden quien fui y
quien
no pude ser, y quien quise
ser
y quien tuve que ser
a pesar de mi hostilidad
difusa,
de mis vagas rebeliones sin
heroísmo,
de mis huidas en círculo,
indecorosas proclamas,
absurdas escaramuzas de
juventud…
Uno crece porque no le dejan
otra elección.
Y colecciona pistolas y traiciones, y mata a
los buenos
y deja escapar a los malos, y
así, al final,
la vida le da su recompensa:
su despiadado botín de polvo
y carcoma,
su inútil mausoleo sin
ventana ni flores
ni, lo que es peor, nadie a
quien velar
en silencio.
AULLIDO
(REMAKE)
Yo he visto buenos poetas
prostituyéndose por cuatro
perras
y he visto a los poetas
mejores
emborrachándose con dolor.
(Sus cuerpos fueron
apareciendo
en las playas del amanecer,
entre botellas de plástico y
mástiles podridos
mientras los telediarios
hablaban de hoteles para
caniches
y desfiles de siete lunas.)
Yo he visto mercaderes sucios
traficando con doncellas
impúberes.
y las he visto crecer y
convertirse
en asesinas consumadas.
(Los despachos y los
ministerios
no tienen secretos para
ellas.)
Yo visto como se derrochaba la esperanza
como quien vacía una botella
de champán en un desagüe.
Y les he visto luego pedir
explicaciones
con la boca llena de insultos
y mentiras.
(Vosotros sabéis a quién me
refiero.)
Yo he visto como la locura y
el odio colectivo
convertían en apestados a los
cuerdos y a los sensatos.
He visto como jaurías
rabiosas escupían y mordían a plena luz
a hombres a los que nadie
defendía,
a hombres cuyo único delito
era ser hombres,
y querer seguir siendo
hombres,
ya no dioses ni héroes, sino
simple y llanamente hombres,
hombres que se equivocan y
lloran y ríen y cantan
y no tienen miedo a reconocer
su defecto de forma, su apego
inútil
por la vida.
EL
ASEDIO
-Tú
nunca serás vulgar.
Jamás sentencia alguna salió
de labios tan dulces.
Acepté con orgullo mi
castigo.
Veinte años luchando
encarnizadamente con la vida.
Cuando todo parecía perdido
Me atrincheraba entre poemas
y fotografías.
Las canciones también
ayudaban.
El asedio durará poco,
pensaba, es cuestión
de aguantar otro invierno.
La nieve cae sobre el bosque
oscuro
y borra las huellas de mis
enemigos
El asedio no terminará nunca.
PREMONICIÓN
DE MI SEGUNDA MUERTE
Será hermoso recordar todo
eso.
Los veranos en el pueblo.
Los baños en el río, los
paseos en bicicleta,
las excursiones y batallas
por campos y barrancos
donde nadie resultaba herido.
Será hermoso recordar a mis
perros
(los perros que no tuve, sino que compartí).
Las horas dulcemente perdidas
en su compañía.
Será hermoso recordar los
amores olvidados
y volver a sentir su caricia
esquiva.
Y recordar amigos, viajes,
libros.
Recordar ese tiempo que
corrió entre mis dedos,
y volver a sentir la
felicidad que fue cierta
como cierto es el humo de un
fuego extinguido.
Entonces será conveniente
estar alegre,
sentarse un momento,
respirar hondo,
alzar la vista, cerrar los
ojos
y no tener miedo,
pues todo eso que tanto me aterra
todo el dolor, todo el
olvido, todo el silencio,
todo eso que tendré que pasar
todo eso no es nuevo,
pues la muerte, mi segunda
muerte,
no será sino un zumbido en el
agua,
la culminación de un largo
ensayo,
un súbito aplauso de Dios.
FIESTA
MAYOR
La música vibra al fondo del
valle.
Y por un instante todo es
cómo debió haber sido.
Dos jóvenes en motocicleta
y el mundo frente a ellos.
Un rincón oscuro, un beso
azul,
una risa blanca
que estalla en la noche.
La música vibra al fondo del
valle.
Y por un instante todo es
cómo debió haber sido.
Dos jóvenes vuelven en moto a
la vieja casa.
La música aún reviste sus
cuerpos encendidos,
que nada saben del amor
porque la vida los colma.
La música vibra al fondo del
valle
y en sus notas resurge un
mundo olvidado.
Yo fui así un día y ya no
recuerdo nada.
El amor cayó como un licor
ardiente sobre mi garganta vacía.
Hoy me despierto a media
noche con una melodía antigua.
Y vuelvo a ser aquel que pude
ser y no fui,
o aquel que fui sin saber que
era.
La música vibra al fondo del
valle.
Y por un instante
todo es como debió haber
sido.
HEROÍNA
Brines es muy duro.
Una simple dosis
te puede enviar al otro
mundo.
Pero si estoy realmente
desesperado
no hay nada como un buen
chute
de mi heroína juvenil:
Blanca Andreu.
LA
LARGA MARCHA
Escribo como nací:
desnudo,
envuelto en sangre y
suciedad,
con el corazón lleno
y la mente intacta,
preparado
para tomar impulso
y ser lanzado desde el puente
a las aguas frías
de la vida.
PROFECÍA
Mis golpes son de papel,
pero me acompaña el viento.
Algún día caerá vuestra
torre.
Caerá sin estruendo ni polvo.
Caerá como caen las mentiras.
Con un rasguño invisible,
con una herida que una vez
abierta
no se cierra nunca.
Entonces tendréis que
enfrentaros conmigo
a cielo abierto
y descubriréis asombrados
que todas vuestras armas
tienen el cañón cegado
por finísima arena.
El tiempo no pasa en balde.
A
todos coloca en su sitio.
A todos reparte su justicia.
A vosotros, que pasasteis por la vida
sin ver siquiera el daño que causabais…
Y
a mí.
A mí que os pude frenar
y os despejé el camino…
Entonces estaba solo.
¡Qué insensato hubiera sido luchar contra
vosotros
con el arma simple de la verdad!
Ahora estoy preparado. Tengo
la certeza de la mentira
y la furia de la calma.
Las cosas son como son.
A todos nos llega la hora.
Lleva tiempo.
Y tiempo fue lo único que tuve.
He escapado.
Y soy otro.
Esta vez no fallaré…
Con los años se aprende a despreciar la
huida fácil
y aceptar la victoria.
LA
MONTAÑA MÁGICA
Me he sometido a un
tratamiento de desintoxicación.
Ahora voy a poder retomar mi
vicio
con mayor entusiasmo.
DEMAGOGIA
Los museos, todo el mundo lo
sabe, están llenos de niños asesinos.
Los tienen amaestrados y
acechan en las esquinas.
Los cuadros los toleran
porque cuentan chistes malos
y los conserjes han aprendido
a perder a las cartas.
Los museos, todo el mundo lo
sabe, son lugares depravados.
Las putas se disfrazan de
madonas
para robar las tarjetas de
visita de los cobradores de deudas,
mientras taxistas mercenarios
se descuelgan del techo con
total impunidad.
Ni la policía quiere entrar
en esos sitios.
Dicen que no cobran lo
suficiente
y prefieren dedicarse a la
caza de mendigos.
Hacen bien.
Yo he tenido amigos valientes
que entraron una mañana a un
museo.
Sus huesos pueden verse ahora
en la sala de antigüedades.
EYACULACIÓN
PRECOZ
Aquella puta tenía
experiencia:
Adivinó enseguida mi
problema.
Tratarán de venderte libros
de estilo,
diccionarios enciclopédicos,
cursos
por correspondencia y
on-line.
Que no te engañen.
Lo tuyo no tiene remedio.
Las palabras se te escaparán
a borbotones
tan pronto como las pienses.
SEXO O POESÍA
Me dijeron que iba a acabar
mal
Y yo siempre les creí.
Ha tardado más de lo esperado
(y ha sido una espera muy
aburrida)
pero por fin estoy cara a
cara con la vida
y si me palpo los bolsillos
sé que puedo hacer una última
apuesta.
Sexo o poesía.
POETAS
A SALDO
A Benedetti lo habían dejado
en los bancales.
A Mallarmé lo tiraban en la
explanada del mercado.
Al pobre Miguel Hernández le habían destrozado
la cara
con un spray.
A Quevedo lo tenían encerrado
en la sacristía.
Vallejo parecía haber tenido
más suerte:
lo tenían en una vitrina de
cristal,
bien visible, pero el aire
que lo envolvía
olía a paja doctoral.
A los Panero los vendían a
saldo.
Estaban los tres metidos en
una caja diminuta
y se arañaban mutuamente en
busca de espacio.
ORNAMENTO Y DELITO
Tengo que aprender a medir
mis palabras.
Las últimas ordenanzas son
muy rígidas.
(Y no les falta razón.)
Hay que despojar a la poesía
de todo lo prescindible.
Un solo instrumento basta
para crear una música
hermosa.
No construiremos más barcos
que se hundan con todos los
honores.
De ahora en adelante
cualquier metáfora
será declarada enemiga del
pueblo.
TERCER
GRADO
Llevo 25 años en la poesía.
Más de 25. Ya ni me acuerdo.
Cometí una tontería.
Un prejuicio estúpido
me impidió borrar las
huellas.
Pero he aprendido a ser
limpio.
Y voy camino de ser
implacable.
EXCAVACIÓN
(THE
END)
(Páramo
de Tiermes, Soria)
No te vuelvas jamás, dijo una voz.
MARCOS RICARDO BARNATÁN
Habrá de ser necesariamente
en invierno.
Una tarde fría y despejada
como tantas otras.
Alguien propondrá visitar
unas ruinas cercanas
(de las que ha oído hablar),
y el viajero,
aturdido y fatigado, no podrá
desoír sus palabras.
Cuando llegue
(pues ha de llegar, ese es su
destino)
todo le parecerá como
entonces.
El cansado cerro que vigila
la desolada planicie,
los toscos muros que bajan
hacia los álamos,
los sombríos buitres que
planean aburridos
sobre las peñas yermas…
Todo será como siempre fue.
Como nunca debió haber sido.
Entonces,
se alejará de sus compañeros
(jóvenes, ignorantes y
felices, como él lo fue un día),
se sentará sobre una roca
(despacio, como quien se
detiene a descansar)
y mirará a lo lejos, al río
oculto por las ramas, al cielo desnudo,
y más lejos aún…
al fondo, a lo más hondo de
su herida,
a aquel verano hostil que su
memoria revive una y otra vez
(película muda y absurda)
en las largas noches de
insomnio.
Entonces mirará a sus
compañeros.
Jóvenes, ignorantes, felices,
como él lo fue un día…
Los verá saltar entre las
piedras, los verá reír y correr…
Y pensará en ella.
Pensará en ella como quien
piensa en una canción antigua,
como quien recuerda una
canción olvidada.
Después
de tantos años y tantas lágrimas, y aún me sigues
siendo
ajena, se dirá, entre
sollozos.
Serán los últimos.
Volverá con sus compañeros.
Reirá y cantará con ellos.
Y después, mucho después,
cuando llegue la noche,
cuando
comience a sentir frío
(un nuevo frío, un frío que
muere en la piel
como la escarcha muere en la
hoja, sin romperla),
se alejará un momento,
cogerá una piedra, una simple
piedra, una piedra
cualquiera,
y la arrojará con fuerza, con
toda su fuerza,
tan lejos que no pueda ni
oírla caer.
Y después,
dándose la vuelta lentamente,
como quien da la espalda
a un muerto,
como quien visita una tumba
en la que olvidó poner
flores,
se alejará
en silencio.
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