sábado, 18 de marzo de 2017













DISCOTECA, CON MORRISSEY


No diré que fue cruel conmigo.
Ni siquiera puedo decir que me decepcionó.
Nunca esperé nada de este mundo.
Así que mi existencia no fue más
que la confirmación de una certeza
tan antigua y agarrada a mi alma
como un grano o una verruga horrible que aparece en la niñez de un hombre
y ya siempre le acompaña.
Life is a pigsty, la vida es una porquería
canta Morrissey
en esta discoteca vacía
del final de la fiesta, cuando ya todos los invitados
se han ido, y sólo yo espero
(o simplemente escucho la música) mientras
sigo con los ojos
 esas luces vibrantes
que recorren esa pista en la que nunca bailé.
Y pese a todo aquí estoy, en mi púlpito:
Como un cura que oficia misa en una catedral desierta
canto con Morrissey, con devoción, en un murmullo…
La vida, al fin, resultó como esperaba.
Pero aún así le debemos una ofrenda.



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